Artículo de Lidia Arjona Aguilar publicado en la revista Solera del centro de mayores de las Angustias de Jerez de la Frontera (Cádiz). 1999
Educación, un bien permanente
La educación ocupa un lugar cada vez mayor en la vida de los individuos a medida que aumenta su función en la dinámica de las sociedades modernas. En todos los ámbitos se observa un aumento considerable de las posibilidades del aprendizaje que ofrece la sociedad fuera del ámbito escolar. Por ello, es indispensable reflexionar acerca de la distinción entre educacíón básica y educación permanente; la educación permanente no puede ya definirse por referencia a un período particular de la vida, sino que es una " educación a lo largo de la vida". No finaliza tras el período escolar, toda la vida personal y social puede ser objeto de aprendizaje, es decir, la formación de una persona deviene un "servicio permanente" que actuando desde la perspectiva de la educación formal y no formal, intenta contribuir tanto a la mejora de la sociedad como al desarrollo de los individuos, proporcionando conocimientos, actitudes, procedimientos o habilidades para el ejercicio de todos nuestros derechos. Un modo de enriquecimiento y creación personal.
Todos, si tenemos la suerte de llegar a mayores, debemos tener claro que la vida no es menos intensa ni menos maravillosa. La educación, adoptando múltiples formas como la formación básica en un marco educativo extraescolar, los cursos, de idiomas, informática, la actualización de conocimientos, la formación en diferentes asociaciones, y centros de mayores, los sistemas de aprendizaje abiertos, contribuyen a que en nuestros mayores tengan cabida las ilusiones, las ganas de vivir, de hacer cosas, de seguir aprendiendo, de sentirse útiles a los demás, porque lo son, sintiéndose de este modo en plenitud de facultades y con la satisfacción de ir "construyéndose" poco a poco a sí mismos y de ayudar en la realización de los demás. No existen barreras lo suficientemente poderosas como para impedirnos continuar con nuestro proyecto personal, es decir, obstáculos que no permitan proseguir nuestro camino hacia una vida plena.
La educación, ya sea a edades tempranas como a la edad madura, tiene la misión de que cada persona pueda responsabilizarse de sí mismo, realizar su proyecto personal y hacer que cada uno pueda descubrir sus talentos y sus capacidades de creación. Talentos y capacidades que quizás se tenían olvidados pero no perdidos, siendo la educación una via de rescate, un modo de mantener la mente activa y despierta. es la educación una dosis de confianza, de autoafirmación que ayuda a nuestros mayores a descubrir nuevos horizontes y sobre todo el disfrute del quehacer. Hace unos días , Manolo , un señor de sesenta y siete años que acude a un centro de educación de adultos decía con gran entusiasmo que aún habiendo empezado el curso hacía sólo unas semanas, ya estaba pensando en qué estudiaría el próximo año. O Carmen, que decidía cuáles serían los siguientes talleres de manualidades a los que acudiría. Afortunadamente son muchos los que como Manolo y Carmen comparten esas ansias de descubrir y conocer, y sobre todo de amarse a sí mismos. Guardo en mi memoria como si de una joya se tratara, lo que mi abuela me decía cuando yo aún era una niña: "el saber es como una bufanda que nunca se termina de tejer".
